Hay más de 40.000 niños en España que viven en orfanatos. España es el tercer país del mundo con más solicitudes de adopción. Al mismo tiempo, es el primer país de la Unión Europea y el segundo en el mundo en adopciones internacionales (solo por detrás de Estados Unidos, donde se hace un uso de abusivo de estrategias de marketing para fomentar la adopción).
Entre 1998 y 2011, más de 60.000 menores fueron adoptados por ciudadanos españoles. Los datos presentados por la Dirección General de Política Social de las Familias y de la Infancia indican que en 2008 se llevaron a cabo 3.156 adopciones internacionales y 672 nacionales. Ese mismo año hubo 40.000 niños oficialmente declarados desamparados. Actualmente, hay 33.000 familias idóneas para la adopción y 18.000 niños en situación de desamparo. ¿Cómo es posible que se adopte tan poco a nivel nacional? ¿Por qué es tan difícil adoptar en España?
Existen diversas razones:
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Los niños de 0 a 3 años son los que menos problemas suelen tener para ser adoptados, ya que el 90% de los adoptantes quieren un bebé, lo que provoca que muchos niños que no están en esa franja de edad se queden sin familia. Es importante no juzgar con rapidez a los adoptantes que hacen estas peticiones, puesto que tienen derecho a experimentar la maternidad/paternidad de la manera lo más parecida posible a la biológica. Sin embargo, esto genera un desequilibrio en las adopciones.
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Los niños mayores de 7 años no suelen ser adoptados. Actualmente, el 75% de los menores tutelados por el Estado son mayores de 7 años.
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Muchos de los niños no son adoptados por la edad, por pertenecer a un grupo de hermanos o por tener una enfermedad crónica. Es por ello que las condiciones de una adopción se facilitan cuando la persona que quiere adoptar está dispuesta a hacerlo con alguien que forme parte de este grupo (por ejemplo, se permite que haya una diferencia de más de 45 años entre adoptante y adoptado).
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Un problema muy grave es que diferentes órganos ofrecen una subvención de 3.000 euros mensuales por cada niño en el orfanato. Eso significa que con cada adopción, el centro pierde dinero. Además, quienes tramitan las solicitudes y las aceptan son los mismos centros. Esta medida, que inicialmente parece lógica, es un grave problema, ya que los orfanatos dificultan enormemente la adopción para no perder dinero, cosa que obliga a los adoptantes a recurrir a la adopción en el extranjero.
El problema no solo reside en que los niños no han sido adoptados, sino que además, estos niños son echados a la calle a los 18 años con una mísera paga de orfandad de 300 euros, sin trabajo, sin casa y sin familia, y con fuertes secuelas psicológicas por abandono y desamparo.
Existe un trabajo de doctorado muy ilustrativo en esta materia que explica las consecuencias que implica el proceso de transición a la vida adulta de los jóvenes de casas de acogida. El trabajo que deben hacer es muy diferente al de sus iguales, ya que presentan mayores dificultades en aspectos tales como el empleo, el alojamiento, los logros educativos, la salud física y mental, etc.