En la ciudad de Barcelona, como en tantas otras de nuestro país y de medio mundo, no es ya ninguna novedad ver cientos de patinetes eléctricos surcando sus calles y sus aceras. De hecho, es el vehículo cuya presencia urbana más ha crecido en los últimos tiempos. Y es que las ventajas de este medio de transporte son muchas y los ciudadanos no han quedado indiferentes a sus múltiples atractivos. Sin embargo, también los accidentes relacionados con su uso han crecido exponencialmente y la falta de legislación sobre este tipo de vehículos hace que salten todas las alarmas.
Así pues, nos informaba hace unos meses el SEM (Sistema d’Emergències Mèdiques) de Barcelona, órgano encargado de dar cobertura a los accidentados en las vías públicas, sobre el incremento de accidentes con heridos en los que se ven implicados los VMP, es decir, los vehículos de movilidad personal, o lo que es lo mismo, los patinetes, en su mayoría. Jesús Ramírez, jefe del SEM, explica que “cada mes que pasa hay más siniestros de este tipo, aunque hay que precisar que la gran mayoría de lesionados son leves. Al haber más patinetes, es lógico que haya más accidentes». Al menos un accidente con herido se produce cada día en las calles de Barcelona, una cantidad nada desdeñable si se tiene en cuenta que los VMP representan un tanto por ciento ínfimo en el parque de vehículos de la ciudad.
Dados estos datos, no son pocas las asociaciones o voces particulares que reclaman una legislación especial para este tipo de transporte, más en vista de que su incremento en las vías urbanas no tiene visos de decrecer, sino todo lo contrario: parece ser que no hará más que aumentar a corto y medio plazo. Como adelantábamos, las propias características de los patinetes eléctricos los hacen muy atractivos para el consumidor: apenas necesitan reparaciones, cargar sus baterías (que cada vez son más longevas, más potentes y más autónomas) no supone apenas gasto (se habla de unos 20 euros mensuales para un patinete de gama media) y son respetuosos con el medio ambiente, algo que sin duda atrae cada vez a más consumidores (sobre todo jóvenes), conscientes de los problemas ambientales a los que se ve expuesta la ciudad.
Sin embargo, la falta de legislación hace que se sobrepasen tanto las normas cívicas como de circulación, con las consecuencias que ello implica a diversos niveles. Cada vez son más lo que reclaman orden en estos aspectos y ya son muchos los que abogan por el uso obligatorio del casco y del chaleco reflectante, además de contratar un seguro obligatorio.
