Lo que iba a ser una noche de diversión de un grupo de amigos, acabó con uno de ellos en el hospital por la mordedura de un perro de raza rottweiler, propiedad de uno de los jóvenes. Una herida en el labio que le ha dejado una cicatriz y le tuvo impedido durante días. El incidente acabó en los juzgados y un juez de Girona ha condenado al dueño del can y a su compañía de seguros (cada vez hay más personas que contratan una póliza de este tipo) a pagar al joven lesionado una indemnización una suma considerable: casi 20.000 euros, más los intereses. La sentencia, a la que ha tenido acceso EL PERIÓDICO, sostiene que la jurisprudencia establece la obligación por parte del poseedor del animal de reparar el daño causado y rechaza que el lesionado fuera el culpable porque se acercó al perro para consolarle al haberle pisado ante y este le lanzó el mordisco. El fallo no ha sido recurrido y es firme.
Eran tres los amigos. En la madrugada del 14 al 15 de febrero del 2017 habían quedado en la casa de uno de ellos. J. llegó pasadas las 12 de la noche. Una vez en el interior, se acercó a sus colegas para sentarse en la mesa en la que estaban jugando en el ordenador, según la demanda presentada por los abogados Xavier Peguero y Daniel Vosseler. Sin querer, pisó la cola al rottweiler (considerado una raza peligrosa) que se encontraba estirado en el suelo. El joven se acercó para calmar al animal que sollozaba por el dolor de la pisada. En ese momento, el can se abalanzó sobre él y le arrancó de un mordisco el labio.
Los perjuicios
Después del ataque, J. fue atendido en un ambulatorio y después fue trasladado al Hospital Josep Trueta de Girona, donde fue operado de urgencias y se le practicó una reconstrucción del labio. Estuvo ingresado dos días, aunque se le pautó reposo y tratamiento. Las lesiones, relata la sentencia, tardaron en curar unos 135 días, quedándole al hombre secuelas, como la salida incontrolada de saliva ocasional, cicatrices y un perjuicio estético. A pesar de que en un principio el dueño del perro se resistió a facilitar a la víctima la documentación necesaria, al final sí que la entregó en el juzgado. El propietario del animal, en este caso, si que tenía licencia para la tenencia y conducción de animales peligrosos emitida por el municipio donde reside.
El abogado del demandado alegó que el lesionado entró en la vivienda tambaleándose porque iba bebido y que tras pisar al perro, le agarró para darle un beso, lo que asustó al animal que le mordió en el labio. Sobre esta versión, el juez recalca que la defensa no aportó pruebas de que eso sucediera, de forma que “no cabe apreciar la culpa exclusiva de la víctima”, como se argumentaba para no pagar la indemnización. En cambio, se considera que el poseedor del animal es quien debe responder de los daños.